Para aquellas personas que estéis preocupadas por la eficiencia energética que implica el home-office, os dejamos unos cuantos tips para conseguir un alto confort y bajo impacto ambiental mientras trabajamos en casa.
Y ya hemos dejado atrás septiembre; con sus depresiones posvacacionales, los propósitos de hacer más ejercicio y comer más sano, el inicio de nuevos proyectos y la vuelta al trabajo. Sí, la vuelta al trabajo y, en muchos casos, al teletrabajo. Es cierto que antes de la pandemia, el home office en el estado tenía una incidencia muy baja; solo un 4% de las personas trabajadoras lo hacía desde casa. Con la llegada del COVID, este aumentó un 16% y ahora, con la vuelta a la normalidad, aunque es de nuevo una opción anecdótica, ha ganado posiciones haciendo que aumente hasta a un 7%.
Ya se ha hablado muchísimo de los beneficios de trabajar desde casa, esta opción mejora la conciliación de la vida personal y la profesional, hace que ahorremos tiempo y gasto económico y, entre muchos otros puntos a favor, es la opción de menor impacto ambiental. Sobre este último beneficio, un estudio de Eurofound considera que el teletrabajo tiene potencial para reducir el impacto ambiental, pero remarca que esta reducción depende de muchos factores y que debería valorarse en cada caso.
Un de estos factores es el equipamiento de nuestros hogares y si este asegura un impacto ambiental menor respecto a todo el que implica desplazarnos hasta nuestros puestos de trabajo. Si el gasto energético en climatización, luz, internet y otros es muy elevado, los beneficios ambientales se verían reducidos. ¿Y cómo lo podemos hacer para que nuestro hogar tenga un impacto menor en emisiones de CO₂, reduzca el consumo energético y garantice un confort óptimo? En este caso también hay muchas variantes, pero con una serie de acciones específicas podremos conseguir ese confort climático con un bajo impacto ambiental. ¡Os las explicamos!
Iluminación natural
La luz natural influye muchísimo en nuestra salud y estado de ánimo, y nos ayuda a mejorar nuestra motivación y productividad. Por tanto, ¡la luz natural es una de nuestras aliadas más importantes! No solo nos ayuda a trabajar más a gusto, sino que se convierte en una variante esencial para obtener una eficiencia energética más elevada mientras trabajamos a casa. Y otro punto muy a favor de dejar entrar el sol en nuestros hogares, es que la luz que entra lucha contra microorganismos nocivos para nuestra salud.
Para ahorrar en consumo y reducir nuestras emisiones, tenemos que empezar limitando el uso de la iluminación artificial y sacar el máximo provecho posible de la luz natural durante la mayor parte de la jornada laboral. Tenemos que escoger una habitación con ventana y que esta garantice el aislamiento térmico y acústico necesario para obtener el confort adecuado para trabajar. Aparte de esto, el lugar que escojamos para ponernos manos a la obra no puede provocar deslumbramiento ni reflejos, pero no sufráis, que los toldos y las cortinas son unos compañeros y compañeras de trabajo excepcionales y nos ayudarán a regular la dureza de la luz.
La posición también juega un papel muy relevante: aquí nos tendremos que situar oblicuamente a la ventana para que la luz nos llegue de lado. Esta iluminará nuestro campo de trabajo sin deslumbrarnos.
Hemos de tener en cuenta que en el verano debemos evitar la entrada de luz solar directa durante las horas del día más calurosas, de esta manera evitaremos que aumente la temperatura interior de nuestro hogar. Planificar la jornada laboral para aprovechar el máximo tiempo posible las horas más frescas de la mañana, nos ayudará a mantener el confort lumínico y reducir el gasto de la luz artificial.
Iluminación artificial
Sabemos que esto de la luz natural no siempre lo podemos llevar a cabo y no hay más remedio que trabajar durante horas en las que necesitamos la luz artificial. Pero ¡ep!, que las innovaciones en iluminación artificial de los últimos años hacen que tanto el consumo como el impacto ambiental ¡se vean enormemente reducidos! Las bombillas incandescentes – las de toda la vida – utilizan un 5% de la energía para iluminar, mientras que el 95% restante se traduce en forma de calor; y en verano, a esto puede hacer que nuestro escritorio sea un auténtico infierno. A pesar de que se prohibió la fabricación y la comercialización de bombillas incandescentes en septiembre del 2018, seguro que en muchas casa todavía duran. Nuestro consejo es que reviséis vuestras bombillas, y si tenéis incandescentes, las cambiéis por las de LED. Estas tienen una vida útil entre 35 y 50 veces más larga y su consumo energético desciende hasta un 80% en comparación con las incandescentes.
Para evitar fatiga ocular durante nuestra jornada laboral, es ideal escoger tambien la temperatura de color de nuestra luz de trabajo y que esta sea de entre 3300ºK y 5300ºK.
Ventilación
La optimización de la ventilación natural se ha convertido en una pieza clave en el diseño de viviendas nuevas, puesto que su aprovechamiento no implica ningún coste añadido y nos ayuda a mejorar exponencialmente el confort en nuestra casa y de una manera totalmente ecológica. Una buena ventilación diaria es necesaria para nuestra salud, sobre todo cuando teletrabajamos. Sin una ventilación adecuada, la humedad excesiva se puede quedar atrapada dentro de la vivienda y esta convertirse en un caldo de cultivo perfecto para contaminantes como el polen, el polvo o incluso el monóxido de carbono. Toda la humedad generada diariamente puede extraerse de nuestra viviendda con la ventilación natural.
Aquellas viviendas de nueva construcción deben de contar, según el Código Técnico de la Edificación (CTE), con ventanas que dispongan de un sistema de microventilación. El sistema de herraje de estas ventanas crea una separación de entre 3 y 5 mm en todo su perímetro entre la hoja de vidrio y el marco de la ventana, permitiendo una circulación constante y lenta que nos ayudará a renovar el aire de nuestra casa. Pero este sistema, necesita nuestra ayuda para poder funcionar óptimamente, ya que su activación es manual. Mientras tengamos las ventanas cerradas se recomienda mantenerlas con la microventalación activada; mejorará el aire de nuestro hogar, evitará la dispersión de calor o frío y aumentará, por lo tanto, la eficiència energética. Pero no os preocupéis, este sistema asegura la posición de cierre haciendo imposible la apertura desde el exterior.
Y en aquellas viviendas donde las ventanas no dispongan de microventilación, podemos abrirlas poco menos de 4 mm mientras estamos en casa y así garantizar una ventilación lenta y continuada. Esto de abrir las ventanas mientras tenemos el aire acondicionado o la calefacción puestos en marcha puede parecer contraproducente (cuántas veces hemos escuchado esto de: ¡Cierra que se escapa el gato!), pero la sensación de frío o calor también puede depender de la cantidad de humedad presente en el aire. La microventilación está pensada para lograr una renovación de aire adecuada sin afectar la climatización de nuestros espacios.
Climatización
De la misma manera que la luz y la renovación del aire, necesitamos una temperatura agradable para poder trabajar con comodidad y que nuestro rendimiento no se vea afectado por las condiciones climáticas de nuestra casa. En muchas ocasiones podremos conseguir una climatización óptima tan solo manteniendo una buena ventilación y utilizando ropa apropiada según la temperatura exterior, así no habrá que poner en marcha el aire acondicionado o la calefacción. Cuando ya no haya más remedio y necesitemos sistemas de climatización, hemos de procurar que su impacto ambiental y gasto energético se rebajen al máximo. ¡Os explicamos cómo!
Sin hacer ningún uso de aparatos de climatización, una de las mejores maneras de obtener una buena temperatura de confort es aprovechar tanto como podamos la luz del sol. Si queremos mantener la casa fresquita, evitaremos la luz directa del sol cerrando ventanas y cortinas. Para no perder la luminosidad del día, abriremos aquellas ventanas que no estén recibiendo sol directo e iremos rotando la apertura de estas a medida que el sol lo haga. De lo contrario, si lo que queremos es mantener el calor, haremos justamente lo contrario. Y en invierno, para evitar perder el calor, bajaremos las persianas por la noche. No os preocupéis si no tenéis persianas en alguna ventana, en este caso os recomendamos tener cortinas opacas que os ayudarán también con la climatización natural de vuestra casa.
Si nos encontramos con condiciones climatológicas que no podemos combatir de forma natural, tendremos que poner en marcha el aire acondicionado o la calefacción. Como reflexión inicial, hay que destacar que el consumo de una máquina encendida durante todo el día a una temperatura, por ejemplo en verano, de 27°, consume mucha menos energía que encendiéndola y apagándola diferentes veces a 20°.
Si nuestra vivienda se encuentra a una temperatura de 32° y ponemos nuestro aire acondicionado a 20°, este trabajará un buen rato en potencia máxima hasta llegar a los 20°, entonces tendremos frío y lo apagaremos. Pronto la temperatura subirá, por ejemplo, a 28°, volveremos a tener un calor terrible, puesto que la diferencia de temperatura es muy grande y repetiremos de nuevo los mismos pasos. Si programamos el aire a 27°, la máquina trabajará a una potencia mucho menor, tendrá que bajar 7° menos que de la otra manera. Al bajar a 26° parará, no tendremos frío y cuando vuelva a subir a 28°, el esfuerzo que tendrá que hacer el aire acondicionado será solo de un grado.
Lo mismo pasa en invierno cuando programamos la calefacción, si establecemos la temperatura óptima entre 17° por la noche y 21° durante el día, el consumo de energía será más bajo que si la mantenemos apagada y lo ponemos en marcha a 26° cuando tengamos frío.
Si nuestra casa tiene un sistema de climatización por conductos, normalmente cuenta con un único punto de control de temperatura ubicado, generalmente, en el salón/comedor. Esta situación puede producir diferencias entre las estancias; por ejemplo, si el comedor, por su orientación e incidencia del sol, aislamiento o la cantidad de personas que acostumbran a estar dentro, es una de las habitaciones más calurosas de casa, necesitará más caudal de aire frío para mantener la temperatura fresquita que hemos fijado en el termostato. Seguramente, la temperatura de una habitación donde no hay nadie será más fresca. El equipo siempre funcionará hasta lograr la temperatura donde se encuentra el termostato, por lo tanto, una buena manera de ahorrar energía sería cerrando rejas y puertas de aquellas habitaciones que no utilizamos, evitando su climatización y limitando el funcionamiento de la máquina.
Para mejorar los sistemas de climatización, es recomendable limpiar los filtros periódicamente; mínimo, en cada cambio de estación.
Otros tips
Parece evidente, pero muchas veces pecamos de dejarnos el ordenador encendido, o la pantalla y plegamos sin darnos cuenta. Un ordenador en reposo puede consumir entre el 20% y el 40% de su batería y puede llegar a gastar hasta 70 vatios por hora si lo dejamos enchufado. Para evitar dejarnos encendidas nuestras herramientas de trabajo o incluso en modo stand-*by, podemos usar enchufes inteligentes o conectarlo todo a la misma regleta y, al acabar de trabajar, nos aseguraremos que todo queda apagado pulsando tan solo un único botón.
Pues va, recuperemos la mentalidad de inicios de septiembre y comencemos un nuevo propósito común que acabaremos cumpliendo y no lo tendremos que repetir el 2023: fijarnos que dejamos todo apagado antes de acabar la jornada laboral.