¿Por qué es esencial cuidar la calidad del aire interior en los edificios?
Nuestra salud está condicionada por una gran variedad de factores. Algunos de ellos escapan completamente a nuestro control —como la genética o el contexto socioeconómico en el que hemos crecido—, mientras que otros sí dependen de nuestras decisiones y del entorno que habitamos. En este sentido, los espacios interiores en los que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo tienen un papel fundamental.
Según diversos estudios, pasamos cerca del 90% de nuestro tiempo en espacios cerrados: en casa, en el trabajo, en el gimnasio o incluso en espacios de ocio como el cine o el supermercado. Esta realidad nos obliga a mirar hacia dentro y reflexionar sobre cómo los edificios afectan a nuestra salud física, mental y social.
A lo largo de las últimas décadas, la investigación ha demostrado que el diseño y la calidad de los espacios construidos influyen directamente en nuestro bienestar. La iluminación natural, la ventilación, los materiales utilizados e incluso el ruido ambiental tienen un impacto directo en cómo nos sentimos y en cómo vivimos estos espacios.
Selección de materiales: clave para espacios libres de tóxicos
Pese a los avances en eficiencia energética y sostenibilidad de los edificios, todavía hay un aspecto a menudo olvidado: la calidad del aire interior. Según la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), el aire de los espacios interiores puede estar entre dos y cinco veces más contaminado que el del exterior. Si combinamos nuevas soluciones constructivas más herméticas (para reducir pérdidas térmicas y mejorar la eficiencia energética) con el uso de materiales que liberan compuestos químicos nocivos, nos encontramos con una mayor presencia de tóxicos invisibles en nuestros hogares y lugares de trabajo.
Los principales contaminantes provienen de pinturas, adhesivos, barnices, muebles, revestimientos y aislamientos, entre otros. Estos materiales pueden emitir compuestos orgánicos volátiles (COV), como los formaldehídos, que a largo plazo afectan la salud respiratoria y el bienestar general. También pueden incluir otros componentes que impactan negativamente en la salud, como los Compuestos Orgánicos Persistentes (COP), fibras, partículas en suspensión o gases como el radón. Ante ello, mejorar la calidad del aire y la salud de los espacios se convierte en un objetivo prioritario, no solo para garantizar el confort, sino también para prevenir enfermedades y mejorar la calidad de vida.
La calidad del aire interior en nuestro Índice de Sostenibilidad
El proceso de descarbonización del sector de la construcción representa una oportunidad para mejorar la calidad del aire interior, ya que implica repensar los materiales y los sistemas constructivos. Iniciativas europeas como Level(s) y la Taxonomía Europea están estableciendo un lenguaje común para evaluar la sostenibilidad de los edificios, incluyendo indicadores específicos sobre salud y calidad ambiental.
En Omplim, trabajamos para incorporar esta mirada en todos nuestros proyectos a través de nuestro Índice de Sostenibilidad, que incluye un apartado específico dedicado a la calidad del aire interior (B.3). En este punto, aplicamos los principios de Level(s) y de la Taxonomía Europea, y los complementamos con criterios propios, como:
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Prescribir materiales con emisiones limitadas de formaldehídos y COV, según los estándares europeos.
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Incorporar sistemas de control activo de la ventilación, con sensores de CO₂, partículas o compuestos que ajustan el caudal de aire según las necesidades.
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Definir sistemas de ventilación eficientes y potenciar el uso de filtros para reducir la presencia de contaminantes (partículas finas y gruesas).
Para nosotros, tener en cuenta la calidad del aire interior es esencial en todos los proyectos que acompañamos, ya sean espacios educativos, viviendas, locales comerciales o cualquier otro tipo de instalación. Entendemos que el bienestar de las personas que viven, trabajan o pasan tiempo en estos espacios depende, en gran medida, de sus condiciones ambientales.
Por eso, desde el principio decidimos incorporar este criterio en nuestro Índice de Sostenibilidad, como un elemento clave para garantizar que cada proyecto responda no solo a los objetivos ambientales, sino también a la salud y la calidad de vida de las personas.